- Profe, estoy nervioso. Es que soy hiperactivo y no me he tomado las pastillas.

- ¿Hiperactivo? No sé qué quiere decir. Yo sé lo que es un hipermercado...

- Claro, pues que no me puedo estar quieto. ¿No ves que no paro de moverme?

- Pues tú anda tomándote pastillas, dice una compañera, que luego no las podrás dejar...

- Cállate, tercia un alumno al fondo de la clase. Que no quiero hablar, tu eres la que tiene de dejar las pastillas.

El profesor no ha tenido tiempo de reaccionar. Hace como que no oye este último comentario, como que no ve las risitas que lo siguen y larga un discurso sobre la conveniencia de habituarse a dirigir la vida y la voluntad sin aditivos.

Durante un rato siguen atentamente sus palabras, hasta que el timbre les libera. Uno de ellos exclama:

- ¡Hablas como un psicólogo, profe!